viernes, 14 de mayo de 2010

Los rostros de Colmeiro

Siguiendo con la tónica de cubrir y descubrir a aquellos artistas españoles que han dedicado su trabajo, o parte de él, a la temática histórica y militar, hoy toca hablar de un pintor y escultor del que tuve noticia hace relativamente poco tiempo, gracias a mi buen amigo Miguel A. Pérez, el cual me abrió los ojos a la apasionante y peculiar obra que ahora os presento

Antonio Colmeiro Tomás, nació el 19 de febrero de 1932 en Barcelona. Militar profesional, alcanzó el grado de Coronel del arma de Artillería, pasando a la reserva en 1986. Su vocación artística le viene desde la infancia de la mano de su padre, licenciado en la Escuela de Bellas Artes de Valencia.
Pintor, escultor y retratista, es también un dibujante e ilustrador de talento, gran formación humanista e indiscutible calidad pictórica, con una gran carga literaria en toda su obra. Su compleja y polifacética personalidad es, quizás, la razón por la que ha conseguido despertar en numerosos escritores, poetas y críticos de arte una apasionada admiración.


Su primera época fue como dibujante aficionado, realizando trabajos para varias publicaciones como “Selecciones Ilustradas”, “Joyas literarias juveniles”, o la revista “Ejército” –cuya portada ha ilustrado durante más de diez años- . Una vez abandonada esa etapa, y espoleado por los diferentes premios del que ha sido merecedor, se ha dedicado a la pintura, combinándola en los últimos años con la escultura. Sin perder por ello su condición de militar, sus distintos destinos por la geografía española y africana han sido, junto con su amor por la historia y nuestro ejército, sus auténticas fuentes de inspiración.

Su obra, en la frontera de lo surreal, se funden la realidad y la imaginación en una mágica y literaria síntesis. Colmeiro, dibujante excelente, posee una técnica personalísima, logrando transparencias, efectos luminosos y tonalidades que a veces se antojan inverosímiles, todo ello con una precisión y seguridad sorprendentes.
El mundo barroco, fantasmal y grotesco que habita en una gran parte de sus trabajos, y en el que da rienda suelta a una fantasía sensual, desbordada e inquietante, contrasta con la sobriedad emocionada de otros lienzos, apuntes y dibujos, la mayor parte de temática histórica, en los que el artista logra también aciertos sorprendentes. La obra de Antonio Colmeiro, plena de resonancias poéticas, posee una insólita belleza ilustrativa y un extraño y misterioso encanto.

Su extensa obra se encuentra repartida por colecciones privadas y estamentos públicos, pudiéndose ver ocho de sus grandes esculturas (“el Cid”, “Hernán Cortes”, “el soldado español”, “Don Pelayo”, “soldado de los Tercios”, “Pizarro”, “el Almogavar” y “Agustina de Aragón”) en los patios de armas del Palacio de Buenavista de Madrid –sede del Cuartel General del Ejército-, el "Mural de Doña Berenguela” en el Alcazar de Toledo, el “retrato de S.M. el Rey” en el Palacio Real de Valladolid.

Antonio Colmeiro, a sus 78 años, vive retirado en la Islas Canarias, dedicado a su familia y a sus nietos. El mismo ha descrito su trabajo artístico de esta manera: "Siempre el rostro del ser humano domina mi obra. Porque sólo el hombre en su infinita dimensión tiene la luz interior que da vida a la materia. Por eso me interesan los rostros y las manos, porque son la única ventana al infinito".
Quien quiera ahondar en su trabajo; en la página Web: http://www.arrakis.es/~colmeiro/ , puede verse gran parte de su obra, tanto pictórica como escultórica.

3 comentarios:

Santi Doel dijo...

Yo tuve la oportunidad de ver las esculturas del Cuartel General y son impresionantes, desconocia su obra pictorica, la cual intentare seguir a traves de la red.
Muchas gracias Luis

lmesteban dijo...

Pues si Santi, yo también había admirado las esculturas del Cuartel General, sin saber quien era su artífice.
Por cierto, que es coronel de artillería, ha estado destinado en Galicia, y no me extrañaría que el padre de tu cuñado lo conociese. ;)

JorgeFS dijo...

Pues yo lo que tuve ocasión de ver, sin saber también, fueron sus ilustraciones para las Joyas Literarias Juveniles, de las que era, y sigo siendo, un lector empedernido y coleccionista moderado.