Fue la victoria en la segunda batalla de la guerra –la de Tetuán- la que sumió a los españoles en una espiral de fervor patriótico comparable a la pasada Guerra de Independencia. La decisiva participación en la misma de tropas de voluntarios catalanes y vascos, y el fervor popular hacia líderes militares como O’Donnell o Prim, sirvió en unos casos como fuente de inspiración para no pocos artistas, y en encargos oficiales para otros.
Así el talento de Mariano Fortuny (1838-1874), del que ya hemos hablado en este espacio, plasmó en su época africana y por encargo de la Diputación de Barcelona, una escena de la batalla plena en ricos cromatismos y luminosidad. La obra hoy en día se puede admirar en el Museo de Arte Moderno de la ciudad condal.
Batalla de Tetuán de Vicente Palmaroli
Vicente Palmaroli y González (1834-1896), artista que llegó a ser director del Museo del Prado, pintó en 1870 su “Batalla de Tetuán”. Esta obra, que fue regalada al Museo de Ejército por la duquesa viuda de Fernán Núñez, cuyo esposo la encargaría al pintor, representa el combate frontal entre la infantería española y las cabilas moras con la imagen del general O’Donnell al fondo.
El barcelonés Francisco Sans y Cabot (1828-1881) retrató su versión de la batalla en 1865 (“el general Prim atravesando las trincheras del campamento de Tetuán”), dando todo el protagonismo al líder español y a sus voluntarios catalanes.
En “la batalla de Tetuán” de Dionisio Fierros Álvarez (1827-1894), obra que pintó poco antes de su muerte, el protagonista vuelve a ser O’Donnell, rodeado esta vez de su estado mayor y dando ordenes a un ayudante. En el lienzo, y a diferencia de otras obras, podemos ver diferentes unidades y uniformes como los de los húsares de pavía de la izquierda, la guardia civil y la infantería a la derecha, y el voluntario catalán muerto a los pies de los caballos.
El Museo del Prado conserva la versión de la batalla pintada por Eduardo Rosales (1836-1873) en 1868. En un estilo que recuerda a Fortuny, el artista madrileño destaca en el lienzo la figura del general español y el ataque a las tiendas moras. La obra contiene la luz, el color y el movimiento, del que otras pinturas encargadas a otros artistas adolecen.