Siguiendo con la tónica de cubrir y descubrir a aquellos artistas españoles que han dedicado su trabajo, o parte de él, a la temática histórica y militar, hoy toca hablar de un pintor y escultor del que tuve noticia hace relativamente poco tiempo, gracias a mi buen amigo Miguel A. Pérez, el cual me abrió los ojos a la apasionante y peculiar obra que ahora os presento
Antonio Colmeiro Tomás, nació el 19 de febrero de 1932 en Barcelona. Militar profesional, alcanzó el grado de Coronel del arma de Artillería, pasando a la reserva en 1986. Su vocación artística le viene desde la infancia de la mano de su padre, licenciado en la Escuela de Bellas Artes de Valencia.
Pintor, escultor y retratista, es también un dibujante e ilustrador de talento, gran formación humanista e indiscutible calidad pictórica, con una gran carga literaria en toda su obra. Su compleja y polifacética personalidad es, quizás, la razón por la que ha conseguido despertar en numerosos escritores, poetas y críticos de arte una apasionada admiración.
Su primera época fue como dibujante aficionado, realizando trabajos para varias publicaciones como “Selecciones Ilustradas”, “Joyas literarias juveniles”, o la revista “Ejército” –cuya portada ha ilustrado durante más de diez años- . Una vez abandonada esa etapa, y espoleado por los diferentes premios del que ha sido merecedor, se ha dedicado a la pintura, combinándola en los últimos años con la escultura. Sin perder por ello su condición de militar, sus distintos destinos por la geografía española y africana han sido, junto con su amor por la historia y nuestro ejército, sus auténticas fuentes de inspiración.
Su obra, en la frontera de lo surreal, se funden la realidad y la imaginación en una mágica y literaria síntesis. Colmeiro, dibujante excelente, posee una técnica personalísima, logrando transparencias, efectos luminosos y tonalidades que a veces se antojan inverosímiles, todo ello con una precisión y seguridad sorprendentes.
El mundo barroco, fantasmal y grotesco que habita en una gran parte de sus trabajos, y en el que da rienda suelta a una fantasía sensual, desbordada e inquietante, contrasta con la sobriedad emocionada de otros lienzos, apuntes y dibujos, la mayor parte de temática histórica, en los que el artista logra también aciertos sorprendentes. La obra de Antonio Colmeiro, plena de resonancias poéticas, posee una insólita belleza ilustrativa y un extraño y misterioso encanto.
Su extensa obra se encuentra repartida por colecciones privadas y estamentos públicos, pudiéndose ver ocho de sus grandes esculturas (“el Cid”, “Hernán Cortes”, “el soldado español”, “Don Pelayo”, “soldado de los Tercios”, “Pizarro”, “el Almogavar” y “Agustina de Aragón”) en los patios de armas del Palacio de Buenavista de Madrid –sede del Cuartel General del Ejército-, el "Mural de Doña Berenguela” en el Alcazar de Toledo, el “retrato de S.M. el Rey” en el Palacio Real de Valladolid.
Antonio Colmeiro, a sus 78 años, vive retirado en la Islas Canarias, dedicado a su familia y a sus nietos. El mismo ha descrito su trabajo artístico de esta manera: "
Siempre el rostro del ser humano domina mi obra. Porque sólo el hombre en su infinita dimensión tiene la luz interior que da vida a la materia. Por eso me interesan los rostros y las manos, porque son la única ventana al infinito".