Parece ser que su origen estuvo en Francia. Allí las estampas y grabados gozaban de gran popularidad y las ilustraciones con imágenes de santos, reyes y personajes de cuentos y leyendas, adornaban las casas que no podían permitirse el lujo de adquirir otro tipo de arte. A partir del último cuarto de siglo del setecientos, vírgenes, santos y monarcas comenzaron a dejar paso a otro tipo de temática "cívica", donde fueron adquiriendo protagonismo escenas de la vida cotidiana, bélicas, etc.
La aparición de las láminas con hileras de soldados en España se sitúa en 1790, durante la Guerra del Rosellón (1792-1795), para tomar gran impulso durante la Guerra de Independencia (1800-1814) exclusivamente en Cataluña. Aunque es hacia mitad del siglo XIX cuando los recortables se consolidan como entretenimiento y juego infantil.
En 1860 en Madrid también se empieza a editar pliegos de soldados para recortar. A partir de 1854 se sustituye el estampado “al bac” por la coloración “a la trepa”, a la vez que la primitiva xilografía artesanal se mecaniza mediante el uso de la estereotipia, pasándose del primitivo molde de madera a una matriz de plomo.
En esas mismas fechas se desarrolla la producción de la casa “Paluzie” (1860-1940) de Barcelona, pionera en técnicas litográficas, y la empresa más importante de la historia del recortable en nuestro país.
Aquellos recortables del siglo XIX y mediados del XX, ahora son piezas de anticuario y objetos muy buscados por coleccionistas. En muchas ocasiones han tenido un valor estético evidente ya que algunas láminas son verdaderas obras maestras del arte de la impresión, realizadas por dibujantes muchas veces anónimos, pero aunque fueron creadas, la mayor parte de las veces, como juguetes u objetos para el entretenimiento, esto no les resta valor como instrumentos de alto valor pedagógico.
Esta función pedagógica se convirtió en medio de propaganda política durante la Guerra Civil y los años de postguerra. Las láminas recortables pasaron de representar batallas imaginarias a centrarse en un conflicto bélico real y cercano. Cada bando editaba sus láminas con un claro contenido político y propagandístico, que en el caso de los vencedores se extendió a los años de la dura postguerra. Se reflejaban en los diferentes recortables a combatientes de uno u otro bando, dependiendo de la zona en que estuviese la imprenta en cuestión. Así en Barcelona “Seix Barral”, “Bruguera” o “El niño” publicaron láminas de soldados del Ejército Popular; mientras que en Zaragoza “Uriarte” y “El Toro”, en Madrid “La Tijera” o en Galicia “El Faro” publicaban imágenes del Bando Nacional.
En la actualidad los recortables son juguetes minoritarios, aunque todavía los podemos encontrar en algunas librerías o como reclamos publicitarios que determinadas marcas incluyen como regalo con sus productos. Los recortables más conocidos hoy por el gran público son probablemente las muñecas, aunque también sobreviven, con cierto éxito entre los iniciados, las maquetas de papel ya sean teatros, vehículos o arquitecturas de todo tipo.
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7 comentarios:
Que chulos como me gustan los recortables de papel, una preciosidad.
Curiosamente el miércoles pasado estuve hojeando un par de libros sobre el tema en Librería Michelena, llenos de recortables de diferentes épocas y temáticas.
Entre los Turlurones tenemos un incansable coleccionista de recortables.
Los libros a los que aludía antes se titulan:
SOLDADOS DE PAPEL.
RECORTABLES DE LA POSGUERRA 1939 - 1961
MARTI MORALES, RICARD
SALVATELLA
Hay dos volúmenes y su precio ronda los 40 euros (cada uno).
Gracias por la información Jorge.
Yo mismo le regalé a un buen amigo un libro acerca de recortables de tema militar, pero no recuerdo el título, y el susodicho amigo, otrora fiel comentarista de este blog, en esta ocasión no se ha pronunciado. :(
Debe estar con el bisnes, si es que es ese amigo ;-)
¿Alguien sabe si es posible encontrar hoy en día unos recortables taurinos que en su día publicó la editorial La Tijera? Sobre todo uno que era un librito compuesto de varias páginas de recortables y representaban toda una corrida de toros. No soy aficionado taurino, pero recuerdo haberlos tenido de niño y me encantaría poderlos volver a tener entre mis manos. Un saludo.
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