El pasado mes de
abril se inauguró en el Museu
Nacional d’Art de Catalunya en Barcelona una exposición sobre Mariano Fortuny y sus obras inspiradas en la estancia del
pintor en Marruecos durante la Guerra de África, siendo el eje central de la
exposición la obra “La Batalla de Tetuán”. La exposición reúne
dibujos, bocetos, acuarelas, estampas, pinturas y diferente material
documental, en total más de 130 obras que explican el proceso de creación, el
contexto histórico y los principales hitos biográficos de una de las pinturas
más emblemáticas del MNAC.
“La batalla de Tetuán de Fortuny. De la trinchera al museo”, explica el proceso de creación de la
obra y el contexto histórico en el que nace y se desarrolla la idea artística del
pintor catalán, coincidiendo con su primer viaje a Marruecos en 1860, al
recibir el encargo de la Diputación de Barcelona de plasmar en una serie de
pinturas de historia los hechos más destacables de la guerra hispano-marroquí.
Entre las obras que se exponen, destaca una selección muy
importante de dibujos preparatorios y apuntes del natural, en muchos de ellos
se percibe el interés del pintor por el paisaje y la arquitectura africanos y,
sobre todo, por la vida cotidiana y las costumbres de sus habitantes. Fortuny
dibuja las calles, los edificios más significativos y las defensas de la
ciudad. También realiza numerosos estudios de los tipos humanos más
característicos e incorpora a los españoles a esas escenas de la vida
cotidiana. Dibuja a los soldados haciendo guardia, comprando, hablando o
durmiendo la siesta. Los apuntes más acabados son los retratos de los militares
de graduación, ya que algunos de ellos protagonizarían las pinturas que le
habían sido encargadas. También se interesa por el aspecto del campamento y
realiza numerosos estudios de los uniformes, las armas, las monturas y, en
definitiva, de todo aquello que le podía servir para construir los cuadros
posteriores.
En cuanto a La Batalla de Tetuán, la pintura muestra una escena idealizada del momento en
el que las tropas españolas irrumpen en el campamento moro, provocando su
huida. La escena gana en dramatismo al situarnos ante la posición que ocuparía
el enemigo. En el centro del cuadro, dirigiendo el ataque se sitúa el general
Leopoldo O’Donnell (1809-1867), jefe del ejército español. A nuestra derecha,
el gran héroe de la guerra, el general Prim (1814-1870), que se lanza sobre el
campamento y que está a punto de sablear a un soldado moro. A la izquierda, se
ve cargando al célebre Batallón de Voluntarios Catalanes, encabezado por el
comandante Sugrañés (1807-1860). En la parte inferior vemos a un grupo de
jinetes moros que representan al Estado Mayor, encabezados por el caballo
blanco de Muley el-Abbás, jefe del ejército marroquí y hermano del sultán
Mohammed VI. Mariano Fortuny muestra un profundo conocimiento del ejército
marroquí al representar en su cuadro a las unidades más destacadas.
En el momento de su creación (1863-1865), La batalla de
Tetuán fue una pintura de historia nada fiel a las estructuras y normas del
género. Una obra singular y controvertida que, para su autor, se convirtió en
un reto fallido, en un desengaño. Hoy, sin embargo, el cuadro nacido en el
fragor de una trinchera, está considerado como una de las producciones más
emblemáticas de Mariano Fortuny (Reus, 1838 – Roma, 1874), y es también una de
las obras más admiradas de la colección del MNAC.
La muestra se
podrá visitar hasta el 15 de septiembre, por lo que, aunque quedan poquitos
días para su clausura, recomendamos encarecidamente acercarse a la montaña de
Montjuïch.
4 comentarios:
Es una obra magnífica y me recuerda mucho en su proceso de elaboración, a nuestro contemporáneo y admirado Ferrer Dalmau. No por el estilo, pero si por ese arranque de plantarse en medio de la acción para documentarla y conocerla de primera mano.
Excelente artículo amigo Luis.
Felicitaciones !!!
Muchas gracias, amigos
Este es un cuadro que conozco bien porque era uno de tantos que ilustraban los libros de historia de diferentes colecciones.
Como habéis dicho todos, un cuadro magnífico, que tuvo su eco en el tiempo e influyó Incluso a Dalí que pintó su propia versión a principio de los ´60.
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