viernes, 30 de septiembre de 2011

La pintura de Marcelino Unceta

Nacido en la capital aragonesa el 22 de octubre de 1835, Marcelino de Unceta fue indiscutiblemente, el pintor de mayor popularidad en Zaragoza por la orientación y estilo de su arte, dedicado a las ilustraciones para publicaciones de gran tirada nacional o local, por los carteles taurinos -de los que será uno de los creadores-, y sobre todo por sus numerosas pinturas e ilustraciones de temas históricos y militares. Genero, este último, muy de moda entonces en Europa, y por el que sintió desde joven gran predilección, no en vano procedía de una familia con antecedentes militares, y él mismo pretendió ingresar en la Academia de Artillería.


Se formó en la Escuela de Bellas Artes de San Luis de Zaragoza y desde 1855, en que su familia se trasladó a Madrid, en la de San Fernando con José Federico Madrazo y Carlos Luis Ribera. Una de las primeras obras en las que participó como dibujante y litógrafo fue en la obra Historia de la villa y Corte de Madrid, publicada por entregas en 1861 y 1862, y para la que realizó diez ilustraciones a toda página, demostrando ser un experto dibujante y hábil componedor de escenas de batallas históricas, pobladas de combatientes enzarzados.


En 1866 regresa a Zaragoza, donde imparte clases de dibujo en el Ateneo, siendo un habitual en la Exposiciones Nacionales de Bellas Artes como pintor de historia. Entre 1871 y 1872 pinta dos grandes lienzos para la recién terminada de construir cúpula mayor del templo del Pilar. Bajo la dirección de Bernardino Montañés, varios pintores aragoneses continuarán en ella los temas iconográficos iniciados por Bayeu y Goya. A Unceta le correspondieron las composiciones alegóricas de los Santos mártires aragoneses y de los Santos obispos de Aragón.


Para el ayuntamiento realiza una galería de retratos de los héroes y heroínas de los Sitios, pintando el del general Palafox, en pie ante un parapeto (1874), y al año siguiente, el de Casta Álvarez con parecida composición. En esa misma década de restauración de la monarquía, se reconstruirá también la historia aragonesa. La sociedad privada más exclusiva -el Casino Principal- crea una galería de retratos de reyes y personajes de Aragón. Unceta pintará los de Goya, Bayeu y Bartolomé Leonardo de Argensola, y en 1879 representará en un gran lienzo mural (a imitación de un tapiz) el tema de la historia de la Corona de Aragón de la Pacificación de las Germanías, una preciosista y vasta escena, poblada de figuras en armas, ataviadas con ropones y gualdrapas.


En una sociedad como la europea y española de mediados del siglo XIX, con una permanente presencia de las tropas en las calles de las guarniciones, pobladas de vistosos uniformes de húsares, coraceros, lanceros y demás armas, en desfiles, paradas, retretas, procesiones y conciertos, no es de extrañar que fuera de los campos de batalla —que lo fueron también muchos— los ejércitos formaran parte de la cultura visual urbana. Pronto se llamó a Unceta el Meissonnier español, en referencia al afamado pintor de temas históricos franceses. Aunque no debió de ser el único pintor de asuntos militares que pudo influir en Unceta; probablemente también lo fueron Neuville o Detaille, con los que se formó posteriormente José Cusachs, brillante continuador de estos temas militares en la pintura y la ilustración españolas.


Su obra, de estilo minucioso, agradable colorido y apretado dibujo, destaca por la afinada capacidad de observación, manifestando una especial querencia por la representación de los caballos, cuya anatomía y pasos dominaba con pericia, convirtiéndolos siempre en protagonista de las composiciones con figuras militares, o en escenas de marchas, revistas de tropas, al galope en cargas, descansando sin monturas junto a los soldados, o al tranco, como los de los picadores dirigiéndose a los ruedos.


En 1886, se trasladará a Madrid donde fijará la residencia definitiva hasta su muerte (1905). Allí realiza un retrato de Alfonso XII, seguirá su colaboración para las revistas La Ilustración Artística o Blanco y Negro, y diseña, litografía y timbra al menos veintidós grandes carteles de toros – su otra gran pasión- para las plazas de Zaragoza, Pamplona, Granada, Madrid, San Sebastián y Bilbao, aparte de los que se editarán años después de muerto con escenas recompuestas de carteles anteriores suyos.


Marcelino de Unceta López fue el segundo pintor aragonés, después de Goya, en tener una calle dedicada en Zaragoza, situándola el Consistorio en el popular barrio de Delicias. Hoy en día su obra, muy diseminada en colecciones particulares, es habitual en las mejores salas de subastas del mundo.

3 comentarios:

Fernando Sanchez dijo...

He de reconocer mi ignorancia sobre este pintor. Había oído hablar, pero no conocía su obra.
Gracias por el aporte Luis.
Un saludo.

Waldo dijo...

Me adhiero a la opinion de Fernando, estas hecho un "raton" de biblioteca, cada entrada que haces me sorprendes con grandes personajes y sus maravillosas obras.

Saludos.

lmesteban dijo...

Gracias amigos ;)). Me alegro mucho de veros a los dos por aquí. Intentaré seguir buscando "nuevos" artistas, que con su legado, nos aporten conocimientos, ideas o simplemente lectura por rato.