Este tipo de arte empleó una gran variedad de técnicas pictóricas como óleo sobre cobre, estaño, esmalte o marfil, y aunque grandes pintores, como Goya, hicieron de los retratos en miniatura una faceta más de su actividad, hubo pintores que se dedicaron a este tipo de pintura casi en exclusividad
A mediados del siglo XIX, con el desarrollo de la fotografía, se inició la decadencia de este arte.
La miniatura en la España de comienzos del XIX es subsidiaria de la francesa. Son múltiples los artistas franceses que llegan a la península a finales del siglo XVIII, creando escuela en nuestro país. La miniatura española de estos años, al contrario de la europea, que embellecen e idealizan incluso a los personajes, se decanta por un fuerte realismo, acentuando los rasgos, incluso sus defectos e imperfecciones, careciendo de la gracia y finura en los gestos de lo que en estos mismos años sé hacia más allá de nuestras fronteras.
Como ejemplo de esta peculiar pintura, esta semana os dejo en este espacio una muestra de retratos en miniatura de militares perteneciente a la impresionante colección “Martínez Lanzas-de las Heras”.
Las características del retrato en miniatura de soldados españoles, se pueden resumir de la siguiente manera: son en su mayoría pobres de ejecución y de escasa técnica, sin embargo tienen a su favor haber sido ejecutados con sinceridad, con mucha verdad en una época de nuestra historia difícil. En algunos casos nos cautivan por la expresión alcanzada y su fuerte naturalismo. Nuestros miniaturistas en su mayoría son simplemente aficionados, artistas ambulantes e incluso compañeros de armas diestros en el dibujo que se prestaban ejecutar el retrato del compañero o del jefe. Son imágenes que muestran a nuestros militares en actitud grave, seria, rígidos, sin ningún atisbo de idealización tan frecuente en la retratística inglesa o francesa. Los fondos son oscuros de aspecto sombrío realizados sumariamente apenas sin graduar, donde aparecen como recortados y no fundidos en el entorno. Se presta más atención a la descripción de las condecoraciones y otras distinciones que cuelgan de sus guerreras que a la propia anatomía del modelo.
Estos pequeños retratos, formaron parte importante de la vida de los hombres y mujeres del pasado, ya que fueron concebidos para el recuerdo, para el deseo, y donde se vertieron, quizás lágrimas y besos escondidos en sus vidrios protectores, por una ausencia prolongada o definitiva, por la incerteza que pesaba sobre el destino. Pequeños objetos para guardarlos, para amarlos, para saborearlos en la intimidad y donde el miniaturista consciente de su misión trascendente ponía lo mejor de su arte para revelar sus rasgos, su mirada, su autenticidad en una reducida superficie
2 comentarios:
Estas muestras de arte en miniatura son muy curiosas. Nada como ver alguno de estos pequeños retratos en vivo y en directo para hacerse una idea de lo que pueden llegar a ser. En el Museo de Pontevedra hay algún magnífico ejemplo de los mismos.
La próxima visita a Pontevedra, en vez de ir a comer churrasco, me voy a alimentar culturalmente al Museo de una vez por todas.;))
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